Como continuación de la entrada de ayer, hoy seguimos contado cosas sobre la terapia musical. Del blog "Psicopedagogias" (enlace a la derecha), os traigo un artículo de la psicóloga y musicoterapeuta Anna Garía, publicado por Marc Giner Llenas.
Publico este artículo gracias a la colaboración de Anna Garí, psicologa y musicoterapeuta, podeís encontrar más datos sobre ella al final del artículo.
La musicoterapia infantil es el uso de la música y de las actividades musicales en un contexto terapéutico con el objetivo de estimular, mejorar o recuperar el correcto desarrollo motriz, cognitivo, social y emocional de los niños.
En una sesión de musicoterapia, mientras el niño se lo pasa bien cantando y tocando instrumentos, el musicoterapeuta pretende conseguir que el niño sea capaz de mantener la atención, que articule mejor las palabras o que construya las frases correctamente. También se puede fijar el objetivo de controlar la hiperactividad del niño, mejorar la conducta o aumentar la autoestima en situaciones emocionalmente difíciles. Es por este motivo que la musicoterapia es útil en la mayoría de problemas propios de los primeros años de vida del niño: problemas de lenguaje, problemas de aprendizaje, dislexia, déficit de atención, hiperactividad, problemas emocionales y de conducta, etc.
Ya hace algunos años que psicólogos de los diferentes ámbitos de la psicología han empezado a ver en la música un recurso útil para sus actividades terapéuticas, y poco a poco han ido llevando su carrera profesional hacia la musicoterapia. Es muy importante que el musicoterapeuta sea músico además de psicólogo, pues el dominio de instrumentos como el piano o la guitarra y la capacidad de improvisación dan consistencia a las actividades musicales de la sesión.
El valor terapéutico de la música
La música, por ella misma, tiene una serie de características que la hacen muy útil para el trabajo con niños. Para empezar, es un recurso que todos conocen y han experimentado en muchas ocasiones, a menudo de una forma agradable y divertida. Además, música puede hacerla todo el mundo, los grandes y los pequeños, los más inteligentes y los que presentan más dificultades, los que hablan y los que son incapaces de comunicarse verbalmente… Y esta flexibilidad para presentarse a todo el mundo en el nivel que cada cual necesita, hace de la música una perfecta aliada por la terapia.
La música nos toca emocionalmente, nos activa o nos relaja a nivel físico, nos hace trabajar el cerebro y nos ayuda a relacionarnos con los demás. Además, una canción siempre tiene momentos previsibles aunque sea la primera vez que nos la cantan. Por este motivo el niño se siente seguro en una sesión de musicoterapia, puesto que siempre es capaz de participar con éxito en las actividades que se hacen.
Es importante destacar que todos tenemos una música preferida: una canción, una melodía que nos emociona más que las otras… Los niños no son una excepción en este sentido. Esta música preferida será un recurso indispensable para el musicoterapeuta, y servirá de base para su trabajo con el niño.
El papel de la música en la terapia
Según el objetivo que se quiera trabajar y las características del niño, el musicoterapeuta utilizará la música de una manera o de otra. En algunos casos, la música actúa como estímulo por facilitar el aprendizaje de nuevos conceptos, nuevas palabras, nuevas maneras de construir una frase… Sería como cuando nos aprendíamos las tablas de multiplicar con el ritmo y la tonadilla que nos facilitaba la memorización, o como cuando todavía ahora somos capaces de recordar los ingredientes de la Nocilla gracias a la canción que se hizo famosa con el anuncio. Otras veces, la actividad musical (tocar un instrumento, escuchar un disco, cantar…) es la excusa para conseguir que el niño trabaje una dificultad. Por ejemplo, tocar la flauta puede servir para hacer ejercicios de respiración que, sin la flauta, podrían resultar algo aburridos. Tocar en un grupo puede mejorar su capacidad de atención (si ha de tocar los cascabeles justo después de oir el triángulo), mejorar la relación con otros niños, o aumentar la autoestima.
Por último, no podemos olvidar que las actividades musicales son divertidas para el niño, y esto les da un papel importante como refuerzo para conseguir que trabaje en aquellas tareas que de entrada no le motivarían demasiado.
El proceso de evaluación
Para llevar a término una buena intervención con musicoterapia, el psicólogo-musicoterapeuta debe realizar un estudio del desarrollo del niño en todos sus ámbitos, mediante las pruebas estándar que existen para cada caso. Una vez hecha esta valoración, establecerá los objetivos a trabajar con el niño y planificará el tratamiento más adecuado. Hasta aquí, nada diferente de lo que hace un psicólogo en su día a día. Pero además, el musicoterapeuta preguntará a los padres qué músicas escucha el niño a casa, qué canciones se le han cantado de pequeño, si reacciona a alguna música en especial, o si se ha interesado por algún instrumento. Esta información será básica por el tratamiento y a partir de aquí se programarán las actividades más adecuadas para el niño según su propia historia musical.
El musicoterapeuta, además de su trabajo diario con los niños, mantiene un contacto directo con los otros profesionales que conocen al niño, como el maestro, el logopeda, el fisioterapeuta, el terapeuta ocupacional, el neurólogo, etc.
Las sesiones
Las sesiones de musicoterapeuta son muy estructuradas, puesto que cuanto más lo son más ayudamos el niño a sentirse cómodo en un ambiente previsible y conocido para él. Por esto, en musicoterapia infantil son muy importantes las canciones de bienvenida, que son canciones sencillas que incluyen un saludo personalizado con el nombre del pequeño. Estas canciones son más o menos simples según el grado de desarrollo lingüístico e intelectual del niño.
Después, se van realizando las diferentes actividades planteadas según los objetivos. Algunos ejemplos de actividades son:
Cantar: las canciones son una fuente de aprendizaje de vocabulario, y les ayuda a trabajar la correcta estructura de las palabras y las frases. Una canción adecuada para cada actividad dependerá del objetivo a conseguir, la edad y la capacidad del niño.
Audición musical: fomenta principalmente la atención, el reconocimiento de sonidos, y puede servir para conseguir momentos de relajación durante la sesión.
Juegos musicales: son todas aquellas actividades que tienen como protagonista un instrumento o una acción musical, que están regidas por unas normas que se deben cumplir, y que tienen un objetivo a conseguir.
Improvisación vocal e instrumental: permite un ambiente flexible en que el niño es libre de tocar o cantar lo que quiere, siempre dentro de unos límites. Este espacio es muy importante para los niños acostumbrados a un ambiente de aprendizaje muy rígido, y fomenta la expresión espontánea y la creatividad.
Composición de canciones: fomenta la creatividad y la imaginación. El niño puede componer una canción cambiando la letra de una canción conocida o inventando una nueva melodía.
Viajes musicales: con ayuda de una audición, guiamos la imaginación del niño hacia otro lugar, como si lo metiéramos dentro de un cuento en el que él es el protagonista y pasan cosas increíbles…
Tocar instrumentos: la habilidad necesaria para tocar un instrumento implica un desarrollo de ciertas funciones motrices que pueden ser un objetivo en sí mismo. Pero también tocar en grupo o junto con el musicoterapeuta implica trabajar la relación con el otro, la espera de los turnos, la escucha del otro o la coordinación con éste.
Finalmente, la sesión acaba con un final previsible y conocido para el niño, ya sea con una canción o con una actividad de recogida, que faciliten la comprensión del fin de la sesión y la ubicación a su nueva realidad (irse con la madre, ir a otra terapia…).
La musicoterapia, pues, es una herramienta de gran utilidad para los psicólogos que se dedican a la atención precoz, que encontrarán en las actividades musicales un recurso divertido para los niños que presentan dificultades en su desarrollo.
Anna Garí
También recomiendo la lectura del articulo publicado por Edgar Blanco, de Espacio Logopédico y del que transcribo una parte, pues no se puede copiar y pegar. Os dejo el enlace debajo del texto.
El sonido y la música han jugado un papel determinante en los diferentes ritos de la humanidad. En la antigüedad ningún rito tenía eficacia si no iba acompañado de cantos y sonidos. Hoy aún subsiste este tipo de prácticas en diferentes comunicades de todo el mundo y en la actualidad la medicina moderna viene incorporando en su estudio e investigación este acervo tradicional.
El creciente desarrollo de la musicoterapia a partir de la medicina y, posteriormente también de la psicología y la pedagogía musical, es el resultado de muchos añlos de experiencia, en la actualidad es una fuerza que impusla de manera decisiva su avance, incorporándose sobre muchos manejos escrupulosos que a menudo se observan en la aplicación de esta disciplina.....
Según Bruscia (1997), esta disciplina abarca una amplia gama de prácticas clínicas, dependiendo del encuadre y de la orientación del terapeuta musical. En un encuadre educativo, la musicoterapia se practica en forma diferente a la realizada en un encuadre de rehabilitación, psicoterapétuico o médico....”
Y para terminar, algo que he encontrado y que me ha parecido interesante compartir.
EL PODER DE LA LUZ Y EL SONIDO
como herramientas de sanación, meditación, relajación y auto-transformación
Luz y sonido, diferentes manifestaciones de la misma energía. Sólo las diferencia la velocidad de vibración. La luz vibra mucho más rápido que el sonido, unas 40 octavas más. La naturaleza nos muestra esta gran verdad con las tempestades, mediante los relámpagos y los truenos. Ambos fenómenos ocurren al unísono, sin embargo al viajar la luz mucho más rápidamente (300.000 Km/s), primero vemos el relámpago y algo más tarde, dependiendo de la distancia donde tiene lugar la tormenta, oímos el trueno.
El gran experto mundial en terapia con sonido Jonathan Goldman tal como explica en su libro “Sonidos que sanan” demostró que mediante el canto de armónicos se puede llegar a producir luz. Otra prueba que luz y sonido son la misma energía. Fabien Maman, otro gran experto mundial en terapia con sonido, realizó con la ayuda de la bióloga Helene Grimaud, a principios de los años 80 una serie de experimentos biológicos en la Universidad de Jussieu en París. Al exponer células sanguíneas a una serie de sonidos con voz e instrumentos acústicos, observó que las células cancerígenas estallaban y se auto-aniquilaban y que las células sanas se activaban, se iluminaban y se fortalecían.
Utilizando la cámara Kirlian pudo documentar lo que ocurría en el campo energético de las células, e hizo unas preciosas fotografías de las células llenas de luz. Es impresionante comparar las fotografías de las células tal cual, es decir sin aplicación de sonido, con las fotografías de las mismas células una vez aplicado el sonido, las células se iluminaban, resplandecían y se llenaban de vida. Es decir a las células que se les aplicaba sonido, automáticamente aparecía una luz radiante que las iluminaba, interiormente y en su aura. Se pueden ver estas maravillosas fotografías en su libro The role of music in the twenty-first century.
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