Ahora ya puedes leer en pdf los doce cuentos sobre enfermedades raras de nuestra asociación.
Aquí tienes el enlace: 12 CUENTOS RAROS
Deseamos que disfrutes de su lectura.
Primer blog de España sobre Apraxia Ocular y otras patologías como el Sindrome de Joubert. Y primera asociación en España de Apraxia Oculomotora u Ocular y patologías relacionadas (visita http://apraxiaocular.blogspot.com.es/ ) Desde el 2010 estamos buscando información y ayudando a las familias que se acercan. Siempre trabajando por Arnau y para todos.
He descubierto que todo lo que pasa acaba teniendo sentido. En la apraxia y el síndrome de joubert los cilios que están en los microtúbulos juegan un papel muy importante. Hace tiempo mientras veía y escuchaba algo que yo consideraba puro entretenimiento escuché las palabras microtúbulos y física cuántica alojadas en un entorno que, aunque sanitario, hablaba de muerte y estaba alejado, supuestamente, de las enfermedades raras,Fuí consciente de que si no hubiera visto aquel video jamás habría despertado ante la realidad que hay más allá de la que estamos viviendo, y que la posibilidad de que Arnau en otra realidad no esté enfermo (porque lo está aunque no me guste reconocerlo) puede llegar a convertirse en la nuestra...Gracias.
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martes, 5 de septiembre de 2017
12 CUENTOS RAROS
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viernes, 30 de junio de 2017
CUENTOS RAROS: LA ABEJA CROMA Y POR QUÉ NACEN FLORES RARAS ALGUNAS VECES.
Cada semana un cuento raro
LA ABEJA CROMA Y POR QUÉ NACEN FLORES RARAS ALGUNAS VECES.
Érase una vez una abeja simpática, soñadora y despistada. Se llamaba Croma y vivía con otras abejas en un panal muy grande.
LA ABEJA CROMA Y POR QUÉ NACEN FLORES RARAS ALGUNAS VECES.
Érase una vez una abeja simpática, soñadora y despistada. Se llamaba Croma y vivía con otras abejas en un panal muy grande.
Aquel panal colgaba de la robusta copa de un árbol muy alto, y por eso las abejas podían ver muy bien a todas las flores del jardín tan bonito que tenían a sus pies.
Cada mañana, las abejas salían ordenadamente a trabajar. Su función era ir de flor en flor y llevarse un sabroso néctar que convertían en miel. Cada abeja conocía a que flores debía ir, y nunca se equivocaban.
Pero cada vez que se posaban sobre una flor se les pegaba un poco de polen en las patas. Así, cuando iban a buscar néctar a otra flor, dejaban las bolitas de polen, y entonces ocurría algo maravilloso; si las flores amarillas recibían polen de color rojo, nacerían nuevas flores de tono naranja y cuando unas flores con pétalos rojos se manchaban con polen de flores azules, en primavera aparecían nuevas flores de color lila.
Gracias a las abejas, los campos se llenaban de flores con pétalos perfectamente coloreados.
Un día, la abeja Croma se detuvo a mirar el cielo e intentó adivinar la forma de las nubes, hasta que vio a sus compañeras regresar ya de la polinización y la recogida de néctar para hacer miel.
- Vamos Croma – dijo una abeja – Debemos regresar al panal, ya es tarde.
Croma se dio cuenta de que no había hecho su trabajo y decidió esperar a que todo el grupo de abejas regresara al panal para ir corriendo a sus flores, pero empezaba a oscurecer y Croma apenas podía ver dónde estaban sus flores, así que comenzó a posarse sobre algunas y a reposar sobre otras para recoger el polen y el néctar.
Días después llegó la primavera, y cuando las abejas salieron temprano a su jardín se quedaron boquiabiertas. Nunca habían visto el paisaje tan diferente que tenían delante.
- Pero… ¿Qué ha pasado? – se preguntó una abeja soldado
Nadie supo responder.
Croma asomó la cabeza entre las de sus compañeras, y pudo ver flores con los pétalos azules, rosas, naranjas, rojos, lilas pero también observó como otras tenían manchas de mil colores en sus pétalos.
- ¡Esto no es lo normal! – dijo un abejorro anciano.
- Claro que no – añadió otra abeja obrera – Los pétalos no pueden estar manchados, deben tener un color uniforme.
Croma pensó que quizás, cuando había salido a polinizar aquella tarde en la que el sol se ponía se equivocó y saltó sobre flores de otras abejas. Pero eso no significaba que no pudieran ofrecer el mejor de los néctares.
- No debe importarnos que los pétalos no tengan un color normal – respondió Croma a los murmullos de la colmena - ¿Por qué no probamos si pueden dar néctar y polen como las otras flores?
Las abejas se acercaron lentamente hacia el jardín y con cuidado se posaron sobre algunas flores manchadas para obtener su néctar. Comprobaron que la miel que obtenían del néctar de esas flores con manchas era tan rica como la de las flores con los colores lisos. Y decidieron que ya no sería raro ser diferente.
nota: todos los textos publicados bajo la etiqueta cuentos raros y hashtags, así como relaciones diversas, pertenecen a la Associació d'Apràxia Ocular registrada legalmente y a a Diari d'una Apraxia Ocular. No se permite la copia sin nombrar la pertenencia ni el lucro, así como tampoco la difusión.
domingo, 7 de mayo de 2017
CUENTOS RAROS: QUIEN ES MI MAMÁ
QUIÉN ES MI MAMÁ
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Hace mucho tiempo, debajo de una encina, dentro de una bellota, había un diminuto niño dormido que despertó una tarde de luz dorada. El niño miró a su alrededor y gritó: “!Mamá!". Pero nadie respondió a sus repetidas voces.
Unos cerdos de color oscuro y pelaje áspero se acercaron y le dijeron que allí no había ninguna mamá, así que el niño comenzó a llorar. El cerdo más robusto de todos tocó al niño con su húmedo hocico y empezó cuidar de él. Aquel cerdo enorme era el líder de la manada, y alimentaba y protegía al niño como si fuera su propio hijo y le enseño a utilizar los sentidos para poder sobrevivir, pero pasado un tiempo, el niño volvió a gritar en voz muy alta: “!Mamá!”.
Entonces se acercó una cabra que había parido otros cabritillos y al ver el desconsuelo del niño acordó con el cerdo que ella se ocuparía del pequeño. Así que pasaron días y más días y el niño jugaba con las pequeñas cabritas mientras comía y dormía plácidamente conociendo lo que era vivir en compañía hasta que una mañana, el niño llamó a su mamá de nuevo.
Llegó hasta la encina una pareja de pájaros que había escuchado al niño y al ver la gran preocupación de la cabra y del cerdo decidieron acomodar al niño en el confortable nido que habían construido para sus polluelos. El pequeño aprendió a cantar hermosas melodías, aunque una noche tormentosa la canción que entonaba era tan triste que lloró llamando a mamá.
Las siguientes en aparecer fueron dos ardillas de suave y rojizo pelaje. Ambas ardillas tomaron el relevo para cuidar al pequeño. Y le enseñaron a moverse con agilidad y precisión. Así fue como el niño se convirtió en todo un experto en el arte del salto entre árboles, y mientras una mañana fresca se balanceaba sujeto a una fuerte rama, comenzó a recordar que debía seguir llamando a mamá.
Pero la rama se partió, y el niño cayó.
Sin embargo, allí estaba el gran cerdo, la cabra y sus cabritas, los pájaros y las ardillas, y fue entre todos que pudieron sujetar al niño antes de que se golpeara contra el suelo.
El pequeño dejó de llamar a una mamá que jamás había conocido, porque le abrazaban todos los animales que tanto le cuidaron, le mimaron, le ayudaron y le enseñaron, y con una gran sonrisa les dijo."Ahora ya he encontrado a mi mamá."
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jueves, 13 de abril de 2017
CUENTOS RAROS: LILI LA PRINCESA DIFERENTE Y LA ACEPTACIÓN.
Cada semana un cuento raro
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Había una vez una princesa que vivía en un gran palacio. La princesa se llamaba Lili y estaba rodeada de personas que también vivían en el castillo, entre esa gente estaban su madre y su padre, dos amables soberanos que fomentaban la paz y mantenían buenas relaciones con todos los reinos vecinos, lo que aumentaba los negocios y hacía de su país un lugar próspero.
Pero había una prohibición, y es que en el castillo no había ningún espejo, ni siquiera se permitía el cristal transparente en las ventanas o en la vajilla, todo tenía que tener un suave aire velado, como si la niebla hubiera cubierto los vidrios.
Tal prohibición se extendía a los lugares a los que la princesa Lili acudía, así que si ella salía de su castillo se debía cubrir hasta el último reflejo.
A pesar de todo, eran felices, y es que Lili era especial, diferente, única y sin par, pues era una niña que posaba su mirada en las nubes más blancas durante horas, que necesitaba pasear sentada sobre un trono cubierto de almohadas de colores y un dosel de finas telas con el que cuatro fornidos soldados la desplazaban ya que sus piernas no resistían el peso de su cuerpo, y que cortaba las palabras en pedacitos porque sus pensamientos se escurrían entre sus cuerdas vocales.
Y un día, Lili dejó de mirar las nubes y giró sus ojos hacia una fuente de agua fresca en la que se reflejaban los rayos de sol, las casas que la rodeaban, los árboles que ofrecían frutas y la misma princesa, que al verse empezó a reír y a reír cada vez más alto.
Sus padres, monarcas justos pero preocupados por su hija, acudieron rápidamente al escuchar sus carcajadas y descubrieron que nunca habían pensado en que el agua refleja igual que un espejo, así que decidieron que prohibieran el agua cristalina y en su lugar se beberían zumos de frutas, tés, infusiones y cualquier líquido que ofreciera una vista opaca. Pero las gentes de su país se enojaron profundamente y con valiosos argumentos les pidieron a los monarcas que recapacitara su nueva ley.
Ambos reyes estaban apesadumbrados pero no querían de ningún modo cambiar su decisión.
Hasta que una mañana fresca de otoño, una familia se acercó hasta el palacio y solicitó audiencia. Los padres de la princesa Lili nunca negaban a sus gentes una visita, así que uno de los consejeros reales acompañó a la familia a la sala de audiencias en la que los soberanos les esperaban.
Al verlos, la madre y el padre de Lili no pudieron ocultar su asombro, pues la familia que tenían delante estaba formada por un padre y dos hijos varones que sujetaban firmemente una silla con dos ruedas a los lados en lugar de patas de madera, y también una madre que adelantaba el paso con una amable sonrisa y un regalo entre las manos muy bien envuelto. En la silla había una niña sentada, de cabellos largos, ojos enormes y pestañas espesas y una sonrisa eterna. La madre de aquella niña, le dijo a los monarcas que era su hija, y que se llamaba Ana, pero que tampoco podía tejer frases enteras, tal y como le pasaba a la princesa Lili. La madre siguió explicando que la joven Ana necesitaba ayuda para desplazarse y que a veces también dejaba su mirada sobre las nubes, las montañas o el mar durante tiempo casi infinito, pero que había algo que la hacía muy feliz y era verse reflejada en los espejos, y sobre todo ver sus hermanos, a sus padres y a sus amigos tras su reflejo sobre cualquier cristal.
El rey miró fijamente a la mujer y con voz temblorosa le confesó que no querían que Lili sufriera al saberse tan diferente, a lo que la mujer le respondió que Lili era feliz al saberse querida y protegida pero que eran ellos, sus padres, los soberanos, quienes verdaderamente tenían miedo a aceptar la condición única de Lili.
El rey sonrió a la madre de Ana y después habló con la reina, comprendieron ambos cuánta razón tenía aquella familia y entonces, la mujer, les ofreció el regalo. La reina desprendió el papel con delicadeza y vio que el presente era un espejo enmarcado en madera tallada con flores y mariposas, pintada en color verde claro y con el nombre de Lili marcado a fuego sobre el mango por el que se sujetaba.
Fue entonces cuando los reyes mandaron a buscar a la princesa.
Cuando la joven llegó a la sala de audiencias, el rey puso el espejo frente a su carita redonda y Lili volvió a reír, pero su risa aumentó cuando tras su imagen apareció la de su madre la reina y después la de su padre. Los tres comenzaron a reír y a jugar y así fue como en palacio los espejos volvieron a brillar y reflejar a todo aquel que quisiera ver, aceptando pero sin resignarse, disfrutando de los buenos momentos sabiendo siempre hay alguien que nos acompaña.
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domingo, 2 de abril de 2017
CUENTOS RAROS: BUSCANDO UNA VOZ
Cada semana un cuento raro
Albert y Arnold son dos duendes y son amigos. Pero Albert no habla y nadie sabe por qué. Arnold pregunta a todas las personas sabias de su pueblo de duendes el motivo por el cual Albert no dice nada, pero todos los sabios se miran y le responden que no lo saben.
Albert y Arnold son dos duendes y son amigos. Pero Albert no habla y nadie sabe por qué. Arnold pregunta a todas las personas sabias de su pueblo de duendes el motivo por el cual Albert no dice nada, pero todos los sabios se miran y le responden que no lo saben.
Un día, Arnold toma su hucha con forma de cerdito y decide que le comprará una voz a su amigo Albert, así que cuando se encuentra con él le da la mano y los dos se van por el camino de tierra que lleva al resto del mundo.
Con paso firme, Arnold se pone delante de su amigo ya que cree que Albert necesita protección, pero cada vez que llegan a una encrucijada es Albert quien tira suavemente de la mano de Arnold y ladea la cabeza hacia la ruta correcta.
Y cuando llegan a una nueva ciudad, Arnold pregunta a todas las gentes que encuentra en su ruta, pero Albert observa y señala los lugares más bonitos. Cuando tienen hambre siempre hace un gesto con la nariz indicando las más deliciosas pastelerías.
Albert y Arnold han andado mucho y están cansados, así que han de buscar un lugar dónde dormir, y Albert levanta un brazo señalando un hotel de madera y las ventanas llenas de macetas con flores.
Duermen toda la noche en camas muy blanditas. A la mañana siguiente, Arnold paga la factura y coge la mano de Albert para seguir su andadura, pero de pronto, Arnold suelta la mano de Albert y agita la hucha con forma de cerdito.
- No me queda dinero! – exclama con tristeza y enfado.
Pero Albert sonríe, y pone su mano sobre el hombro de su amigo mientras mira a su alrededor observando el hermoso lugar en el que han estado.
Entonces Arnold se da cuenta de que no hace falta que su amigo tenga voz porque han viajado juntos y felices, han comido ricas tartas y han visitado impresionantes lugares.
Cuando regresan a su ciudad de duendes, Arnold explica con palabras y Albert con gestos la aventura que han vivido, y ambos imaginan las que próximamente vivirán.
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miércoles, 15 de marzo de 2017
CUENTOS RAROS: ¿DE DÓNDE VIENEN LOS BEBÉS RAROS?
Cada semana un cuento raro
¿DE DÓNDE VIENEN LOS BEBÉS RAROS?
¿DE DÓNDE VIENEN LOS BEBÉS RAROS?
En el mundo existen la tierra y el mar, y luego están los sitios, algunos parecidos y otros diferentes, pero todos son conocidos, así que cuando alguien viene o va, en cualquier parte le reconocerán.
Un día, María y Juan quisieron tener un hijo, y su pequeño llegó desde un lugar muy lejano, y tan lejano era que nadie en el mundo entero sabía de su existencia. El bebé, a quien llamaron Tobías, era muy distinto a los otros bebés, y María y Juan tenían dificultades para descubrir su procedencia.
- Así sabremos que le gusta – decía María
- Y podremos conocer porque no se parece a nadie – añadía Juan
Buscaron a otras personas con bebes de lugares raros y también hablaron con sabios que sabían.
Pero nadie lograba encontrar el sitio del que había venido Tobías.
- No nos rendiremos – afirmaba María con determinación.
- Por supuesto – confirmaba Juan – Buscaremos más sabios.
Y así lo hicieron, hasta que por fin encontraron el sitio lejano y desconocido del que había llegado Tobías, y pudieron conocer que le gustaba, y como debían hablarle, y como tenían que jugar con él. Tobías era el bebé más feliz del mundo.
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lunes, 27 de febrero de 2017
CUENTOS RAROS: HADAS Y DUENDES PARA DIFERENTES
Cada semana un cuento raro
HADAS Y DUENDES PARA DIFERENTES
HADAS Y DUENDES PARA DIFERENTES
En primavera nació una niña bonita, más que una aurora boreal, risueña e inteligente, y de corazón bondadoso, pero la niña se movía muy lentamente, y sus ojos no podían perseguir las mariposas, la voz fina trenzaba muy despacio las palabras incompletas y sus piernas no podían sostenerla en pie; por todo eso, la niña crecía llena de incertidumbre y a su espalda cargaba mochilas de dudas y miedos.
Sin embargo, la niña miraba al cielo de día y de noche buscando estrellas y nubes, y miraba los bosques para encontrar árboles de mil ramas, porque ella quería conocer el mundo. Curiosa como era y tranquila como andaba apoyada en los troncos llegó hasta un arroyo y se sentó apoyando su espalda contra unas rocas lisas. Y se durmió con la brisa de la tarde.
Al despertar vio que a su lado había el hada del habla, quien le enseñó a recitar maravillosas poesías escritas en libros de colores. Esa noche, la niña leyó una poesía a su familia, quienes maravillados la animaron a seguir leyendo poemas.
La niña regresó al día siguiente y espero a dormirse para poder despertar de nuevo al lado del hada, pero ésta vez fue un duende bailarín quien la tomó de las manos y al son de una música que venia del río le enseñó danzas y pudo bailar en su escuela con sus compañeros.
Al día siguiente fue el hada del agua quien la ayudó a entrar en el río y allí flotaron y flotaron hasta que notó como volvía a confiar en ella misma.
Y así día tras día. Una vez fue el duende de las emociones quien le montó en un hermoso caballo dorado y le susurró que ahora sería valiente. Otra, el de los números quien le reveló cuantas peces había en el río, y cuantas madrigueras se ocultaban bajo las hojas del camino, así que cuando la niña fue a comprar pagó el valor exacto de las cosas.
Hasta que llegó el hada de la curiosidad; ella era la encargada de tomar las manos de la niña y leer como era por dentro, hasta que tuvo toda la información necesaria para encontrar la parte de la niña que se había escondido, ese hada le dijo que aunque esa parte ya no volvería jamás, ella tenía el poder para no necesitar nada que no tuviera al nacer.
La niña sabía que ser diferente sólo era una manera diferente de aprender.
Gracias a los médicos, investigadores, terapeutas que están alrededor de los diferentes haciendo magia.
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lunes, 20 de febrero de 2017
CUENTOS RAROS: IGUAL Y DIFERENTE
Cada semana un cuento raro
En un país igual, con pueblos iguales y entre iguales habitantes de igual parecido vivía Carlos, un jovencito muy diferente.
En un país igual, con pueblos iguales y entre iguales habitantes de igual parecido vivía Carlos, un jovencito muy diferente.
Cada
día era igual, todos saludaban de la misma manera, todos se vestían con los
mismos colores, y todos comían a la misma hora. Menos Carlos, que llevaba la
ropa con colores diferentes al resto, y comía antes que los otros.
Pero
Carlos quería ser igual que los demás, así que cada noche miraba a la luna y le
pedía un deseo: “Hazme igual que los demás”
Una
noche apareció un cometa de larga cola, al que ninguno de los miles de telescopios
iguales había detectado antes. El cometa cruzó sobre la luna de brillo único. Y
sobre la noche oscura dejó un brillo especial jamás visto.
Al
día siguiente, Carlos despertó y se miró al espejo. Su deseo se había cumplido;
cuando se miró al espejo vio que su cara era igual que las otras; de su armario
la misma ropa que tenían los demás, y al salir a la calle saludó de la misma
forma que le saludaban a él.
Era
igual que todos.
Y
los días pasaban de igual manera, haciendo lo que hacían el resto de habitantes,
hasta que un día todo se volvió aburrido y monótono.
Carlos
miró a su alrededor y observó que no había nada diferente.
La
mañana siguiente le preguntó a un habitante de su pueblo si podía decirle su nombre. La respuesta que
obtuvo fue: “Me llamo igual que tú”.
Carlos
le dijo: “Yo me llamo Carlos”, pero el habitante igual le contestó: “No, tú te
llamas igual que yo”
Entonces,
el jovencito Carlos se entristeció porque pensó que nadie recordaba el nombre
de nadie.
Aquella
misma noche pidió otro deseo a la simpar luna que asomaba en forma de sonrisa,
pero la luna, que era el único satélite
del planeta tierra, concedía deseos cuando consideraba que era necesario
hacerlo, así que Carlos tuvo que dormir muchas noches deseando lo mismo, hasta
que la luna apareció con un cálido brillo naranja pues estaba eclipsada por la tierra, algo que
no pasaba de manera habitual.
Y
a la mañana siguiente, Carlos, se miró en el espejo y vio su cara de antes de
ser igual, y comió antes que los demás, y los habitantes iguales volvieron a
saludarle por su nombre.
Fue
entonces cuando Carlos se dio cuenta de que ser diferente es hermoso, como la
luz de la luna, el brillo de un cometa o la misma tierra.
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domingo, 12 de febrero de 2017
CUENTOS RAROS: LOS PARAGUAS
Cada semana un cuento raro.
Los paraguas
Los paraguas
Había una vez un niño que tenía un paraguas amarillo. Lo llevaba sobre su cabeza, sujetado del revés, tanto si llovía como si no.
Ese paraguas brillaba cuando los rayos del sol iluminaban su tela amarilla.
Un día alguien dijo:
- No, el paraguas sólo se debe utilizar cuando llueve.
Y otra persona añadió:
- No, el paraguas jamás puede sujetarse al revés.
A pesar de las palabras que escuchaba, el niño no estaba triste pues el brillo de su paraguas nunca se apagaba.
Un día, vino una persona y tomó al niño de la mano mientras recogía el paraguas con la otra, los llevó hasta una casa grande, con jardín, árboles, columpios y una fuente. Ahí dejó al niño y le devolvió el paraguas muy bien cerrado.
- Ya puedes usar el paraguas como te plazca, aquí no te ve nadie.
Cuando el niño miró a su alrededor vio a otros niños en el jardín, y algunos sujetaban un paraguas. Unos lo tenían dobladito y se imaginaban que era un instrumento musical y soplaban y soplaban notas de armonía inventadas en su garganta; otros tenían un paraguas largo y robusto que apoyaban en el suelo a modo de bastón, para parecerse a los ancianitos de la residencia de al lado; algunos lo abrían y lo giraban a su alrededor mientras cerraban los ojos, a saber qué imaginaban ; y los demás se habían cansado de los paraguas, por eso los colocaron uno sobre otro hasta que construyeron una inmensa colina de colores, texturas, tamaños y brillos.
Aquel niño observó la montaña de paraguas abandonados y asustado apretó el suyo, todavía cerrado, contra su pecho.
Una persona se le acercó y le dijo:
- No puedes salir a la calle como los demás. El paraguas debe usarse cuando llueve, y debe sujetarse por el mango. No lo pongas al revés porque se llenará de agua. Hasta que no aprendas a llevar el paraguas como es debido no podrás volver a tu casa.
Las lágrimas brillaron en los ojos del niño, pero antes de permitir que resbalaran por sus mejillas, abrió de nuevo su paraguas amarillo y como siempre, lo sujetó al revés. El paraguas brilló de nuevo mientras recogía agua cuando llovía y así regar las plantas en los días más calurosos; cuando el viento soplaba fuerte lo colocaba frente a él y así paraba las ráfagas de aire; si el camino estaba lleno de piedras aprovechaba el mango curvado para apartarlas del camino, y al bailar lo cerraba y lo movía al ritmo de la música, de aquella música que soplaban otros niños sobre sus paraguas dobladitos.
Pasaron los días, las semanas y los meses. Tal y como querían las personas, el niño sujetaba el paraguas sobre su cabeza cuando llovía y no se mojaba, pero cuando hacía sol siguió llevando el paraguas amarillo al revés.
Y un día, una persona que miraba al niño con el paraguas amarillo, por fin dijo en voz muy alta y clara:
- Sólo los verdaderos artistas llevan paraguas cuando no llueve.
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