Cada semana un cuento raro
EL CLUB DE LOS PIRATAS
Había una vez un niño llamado Ignacio.
Ignacio nació con apraxia ocular, que es una enfermedad de la que jamás se curaría. Pero esto no sería un impedimento para que pudiera realizar todo lo que tenía que hacer, tanto en su casa como en la escuela, a pesar de ser más lento que otras personas.
En el colegio, Ignacio lo pasaba muy bien, a pesar de que un grupito de cuatro compañeros de clase se reían de él cuando caminaba, dibujaba o hacia cualquier tarea. Pero también tenía buenos amigos que le querían e incluso le ayudaban si lo necesitaba.
Pero un día, Ignacio, estaba muy triste porque aquellos cuatro niños le habían pegado y se habían burlado de él durante el recreo.
Entonces, uno de sus amigos, Jean, decidió que era suficiente y decidió organizar una reunión con otros dos compañeros, Alba y Keito y el propio Ignacio.
- ¿Por qué no entienden que no soy torpe? Sólo soy diferente, tengo apraxia ocular– Se preguntó Ignacio con mucha pena.
- No lo sé, pero quizás es porque nadie les ha explicado nunca lo que realmente te pasa – Respondió Keito.
- Entonces lo tendremos que hacer nosotros – Añadió Alba.
- ¿Y cómo lo haremos? – Preguntaba Ignacio entusiasmado.
Así que durante un buen rato, el grupo de amigos se quedó pensando cómo podían ayudar a Ignacio. Entonces, Jea, sonrió y les dijo.
- ¡Ya lo sé! SEREMOS PIRATAS – Exclamó Jean en voz alta.
Todos le miraron con cara de sorpresa.
- No pongáis esta cara que ahora os lo explico – Añadió Jean.
- Pues ya puedes comenzar pues no entiendo nada – Dijo Alba.
- A ver, ayer leí un cuento de piratas, y entre ellos había uno que tenía el ojo tapado, otro había cambiado su mano por un garfio y uno de ellos caminaba sobre una pata de palo… yo creo que Ignacio es como un pirata- Explicó Jean.
Ignacio le miró enfadado y le preguntó.
- ¿Qué significa que soy como un pirata?
Jean respondió rápidamente.
-Pues que por tu apraxia no puedes ver bien las cosas que tienes a tus lados, así que es como si llevases un ojo tapado con un parche, y además te cuesta correr igual que si llevaras una pata de palo. ¡Ah! Y además te cuesta pintar o agarrar objetos pequeños
- Quieres decir que es como si tuviera un garfio en la mano – Dijo Ignacio.
Entonces Keito les interrumpió.
- ¡Ya lo entiendo! Quieres decir que aunque a Ignacio le cuesta hacer cosas siempre acaba por terminar todo lo que empieza.
-¡Eso es! –Exclamó Jean.
Todos sonrieron y Alba dijo.
- ¡Pues hagámoslo! Seamos todos piratas como Ignacio. Yo me taparé un ojo con un parche.
- ¡Y yo me sujetaré una pierna con el bastón de mi abuelo! – Dijo Keito.
El último en decidir que ponerse fue Jean.
- Yo me pondré una manopla de las que hay en la cocina de mi casa.
Así lo hicieron.
Cuando al dia siguiente llegaron a la escuela, alba tenía un ojo tapado con una tela oscura sujeta a la cabeza por una cinta plateada, y Keito apoyaba su paso en el bastón que le acompañaba a modo de muleta, mientras que Jean se había atado a su mano una gruesa manopla en con brillantes dibujos.
La maestra, extrañada, al verlos llegar de esa guisa les preguntó:
- Pero ¿qué os habéis puesto? Hoy no es Carnaval.
Alba dio un paso adelante y muy seria explicó:
- Es que somos “EL CLUB DE LOS PIRATAS” y nuestro capitán es Ignacio.
La maestra había entendido perfectamente el significado de las palabras de Alba, y permitió que continuaran en clase con el parche, el bastón y la manopla.
Alba, que era una dibujante muy talentosa, al llevar el ojo tapado tardó tanto como Ignacio en acabar la tarea que debían hacer en clase de plástica, y fue Ignacio quien la ayudó a terminar el dibujo.
Keito, futuro deportista de élite, en clase de educación física no pudo correr como hacía siempre y gracias a que Ignacio le tomó la mano llegó a la meta.
Y Jean, durante la hora de música, sólo podía tocar media canción en el piano hasta que Ignacio le acompaño y por fin sonó una bella melodía.
Al final de la jornada y antes de que todos los niños de clase se fueran a sus casas, la maestra se dirigió a todos ellos, pero sobre todo a los cuatro que siempre se burlaban de Ignacio, y les explicó amablemente:
- ¿Os habéis dado cuenta? Alba, Keito y Jean continúan dibujando, haciendo deporte y tocando música igual que siempre, a pesar de que hoy les ha costado más han logrado terminar sus tareas. Con paciencia, constancia y un poco de ayuda el Club de los Piratas y su capitán Ignacio han conseguido encontrar un tesoro.
- ¿Qué tesoro? –Preguntó una niña de clase.
- El tesoro de la comprensión y la aceptación.- Respondió la maestra.
Y desde aquel día, todos los niños y niñas de case se ayudaron unos a otros siempre que alguien lo necesitara, contentos de hacerlo, porque TODOS querían formar parte del CLUB DE LOS PIRATAS.
nota: todos los textos publicados bajo la etiqueta cuentos raros y hashtags, así como relaciones diversas, pertenecen a la Associació d'Apràxia Ocular registrada legalmente y a a Diari d'una Apraxia Ocular. No se permite la copia sin nombrar la pertenencia ni el lucro, así como tampoco la difusión.